Fashion Week París

Hola de nuevo!

No se si sabéis que estamos en la semana de la moda de París, y que durará hasta el próximo 3 de Octubre. Pero ¿qué sabemos de ya tan tradicional y esperada semana en el mundo de la moda?

París es el epicentro autoproclamado de la moda: una ciudad de alta costura, afanados talleres y gusto exquisito. Su fama se fundamenta en una imagen única, mezcla de patrimonio y elegancia. Tal y como observa la historiadora de la moda Valerie Steele en su libro Paris: Capital of Fashion: "La historia de la moda parisina se funde indisociablemente con el mito y la leyenda".


En los primeros días de la moda parisina, diseñadores como Charles Worth (a finales del siglo XIX) y Paul Poiret (principios del siglo XX) jugaron con la posibilidad de presentar sus prendas en movimiento. A la par, Lady Duff-Gordon (que diseñada bajo el pseudónimo de Lucile) hacia lo mismo en Londres. Poiret –conocido por sus diseños fluidos y opulentos– quiso combinar el negocio con la vida social celebrando una serie de fiestas en las que se pedía a los invitados que acudieron con sus mejores galas. Una de las más célebres fue la fiesta de 1911 Las mil y dos noches, donde Poiret presentó los vestidos lámpara y los pantalones harén.

En los años 20 y 30, París ya bullía con los nombres más reconocidos: de la comodidad discreta de Coco Chanel a los experimentos surrealistas de Elsa Schiaparelli o los fluidos drapeados de Madeleine Vionnet. Los desfiles de entonces dejaron de lado las grandes fiestas en favor de presentaciones mucho más reducidas y personalizadas. Cada casa de modas enseñaba sus colecciones en un exclusivo evento privado, solo para clientes y con unas pocas modelos. Los diseños se guardaban con celo por el miedo a que alguien los copiara y, a años luz de la constelación de cámaras de hoy, los fotógrafos tenían prohibida terminantemente la entrada.

Tendrían que llegar las postrimerías de la Segunda Guerra Mundial para que los desfiles de moda de París se regulasen. En 1945, la Chambre Syndicale de la Haute Couture estipuló que todas las casas de costura debían presentar cada temporada una colección de al menos 35 piezas entre looks de día y de noche. Las prendas solo podrían adquirirse por encargo y a medida, tras un largo proceso de confección y pruebas.

París comenzó a ponerse nerviosa con la pujante influencia de la industria de la moda neoyorquina, donde tras la guerra se había fomentado el apoyo a los diseñadores de Estados Unidos a través de la primera Press Week (semana para la prensa) de 1943. Pero la capital francesa contaba con un arma secreta: Christian Dior. En 1947, la primera colección de Dior –Corolle, a la que asistieron gran cantidad de periodistas de moda y que sí podía fotografiarse–, marcó con sus siluetas exageradas un punto de inflexión en las agendas sartoriales. Poniendo fin al pragmatismo cuadriculado de la guerra, el New Look de Dior pregonaba faldas voluminosas, cinturas estrechas y una feminidad deliberadamente acentuada. En los años subsiguientes, Dior ayudó a impulsar los constantes cambios de líneas y siluetas que definirían la moda femenina, reavivando el espíritu de París junto a sus contemporáneos, como Hubert de Givenchy, Pierre Balmain y Jacques Fath.

En los años 60, otra figura insigne –curtida además en la casa Dior– emergió para quedarse: Yves Saint Laurent. Con el lanzamiento de su línea de prêt-à-porter en 1966, la que incluía además su idolatrado esmoquin, Saint Laurent marcó otro cambio de mentalidad que ahora se apoyaba firmemente en la cultura juvenil (ánimo que se reflejó las colecciones de la ‘era espacial’ de Pierre Cardin y André Courrèges, este último uno de los primeros en proponer a sus modelos que se movieran con naturalidad tal y como pedía la nueva ropa). El prêt-à-porter era el futuro.

La primera Semana de la Moda de París tuvo lugar de manera oficial en 1973, cuando se constituyó la Fédération Française e inauguró la cita con un desfile rompedor, titulado La batalla de Versalles. El combate –de índole exclusivamente sartorial– subió al escenario la histórica tensión entre sendas moda parisina y neoyorquina enfrentando a cinco de los mejores diseñadores franceses contra cinco estadounidenses prácticamente desconocidos. El evento, con el fin en realidad de recaudar fondos para la restauración del Palacio de Versalles, presentó a Yves Saint Laurent, Emanuel Ungaro, Christian Dior (que por entonces diseñaba Marc Bohan), Pierre Cardin y Hubert de Givenchy del bando francés; y a Anne Klein, Halston, Oscar de la Renta, Bill Blass y Stephen Burrows en representación de EE.UU. Más allá del teatrillo, que los franceses alimentaron con caravanas tiradas por rinocerontes y carrozas de calabaza de Cenicienta, la actuación de EE.UU. se acepta ampliamente como ganadora.

De ahí en adelante, los desfiles se volvieron cada vez más audaces, desde el enorme despliegue de 1984 de Thierry Mugler en el estadio Le Zenith (ante un público de 6.000 personas) hasta al emblemático desfile de Jean Paul Gaultier con los escandalosos sujetadores cónicos que haría famosos Madonna ese mismo año en la gira Blonde Ambition de 1990. El resurgimiento autorreferencial de Chanel que puso en marcha Karl Lagerfeld en los 80 nos dejó muchas pasarelas memorables; mientras la nueva ola de diseñadores japoneses, como Yohji Yamamoto y Comme Des Garçons, traía giros de tuerca revolucionarios a la idea de estilo. En la década de los 90, París dio la bienvenida a diseñadores británicos como John Galliano, quien se convertiría en director artístico de Dior en 1996, o Alexander McQueen, en Givenchy (1996-2001). Más recientemente, en julio de 2019, Stella McCartney ha unido fuerzas con el grupo de lujo francés LVMH para dar el empujón definitivo a la costura sostenible.

Los desfiles de hoy en París son más espectaculares que nunca. La norma para muchas marcas son los sets elaborados a medida de la ocasión, lo que ha dejado en París escenarios que replican desde estaciones de tren hasta supermercados, de aeropuertos a tiovivos. Muchos de estos ambiciosos montajes vinieron de la mano de Karl Lagerfeld, que en su larga trayectoria en Chanel se empeñó en superarse cada temporada. Si hablamos de teatralidad, nadie como Louis Vuitton, Balenciaga o Rick Owens, diseñador este último que introdujo mochilas humanas en su desfile de p/v 2016. La ciudad ya no es la misma que cuando acogía los bailes de Poiret, hace más de 100 años; pero aun así, el distintivo drama parisino jamás tendrá rival.